Los sindicatos junto a la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Diaz, firmaron el miércoles 17 de enero la subida de un 5% del salario mínimo interprofesional. Esta nueva subida junto con las de los últimos años sitúa el salario mínimo en 1.323 euros en 12 pagas (1.134 euros en 14 pagas), lo que supone un incremento de un 54% desde 2018.
Parecerían buenísimas noticias, pero no nos precipitemos y no juzguemos estas medidas por su apariencia. Analicemos si son la panacea o, si por el contrario, solo tienen fines electorales.
Las opiniones acerca de los salarios se formulan con tal apasionamiento y quedan tan influidas por la política, que en la mayoría de las discusiones sobre el tema se olvidan los más elementales principios. "La economía en una lección" (1946), Henry Hazlitt
Primero, debemos tener claro por qué los trabajadores cobran lo que cobran. Los empleados perciben un salario que es igual a su productividad marginal, es decir, a la contribución de los beneficios empresariales que desarrolla el propio trabajador. Si un trabajador percibe un salario mayor que su productividad marginal, el empresario estaría asumiendo ese coste ya que estaría pagando más al trabajador de lo que obtiene contratándole. Mientras que, si el trabajador percibe un salario menor al de su productividad marginal, podríamos decir que el empresario no estaría pagando lo suficiente al trabajador y estaría obteniendo en consecuencia beneficios extraordinarios, estaría explotando al trabajador.
Una vez entendido esto, veamos cuales son algunas consecuencias de incrementar el salario mínimo interprofesional a 1.323 euros en 12 pagas.
Uno de los efectos es que no se empleará a nadie que no valga 1.323 euros al mes para un empleador. Es decir, se está privando a las personas del derecho a ganar la cantidad que sus habilidades y situación le permitirían ganar, mientras que privas a la comunidad de los servicios que esas personas son capaces de prestar. En otras palabras, personas que sí que trabajarían por salarios más bajos que el SMI están siendo enviadas al paro, ocasionando daños al conjunto de la sociedad, tanto a la persona en desempleo como al resto de la comunidad.
Por otra parte, para aquellos empleados cuyos salarios estén alineados con su productividad marginal, un aumento salarial sin despidos no siempre sería motivo de celebración. Esto se debe a que el empresario podría enfrentar dificultades para absorber el incremento y se vería obligado a considerar una de las siguientes opciones:
Aumentar la productividad de dicho trabajador haciéndole trabajar más duro.
Disminuir otras remuneraciones que no sean salario. Es decir, rentas en especie, como por ejemplo el seguro médico, ticket restaurante etc.
Congelar futuras subidas salariales para recuperar en un futuro lo que está perdiendo ahora.
Reducir la jornada laboral del trabajador.
Aumentar los precios de los productos. En el caso de que esto fuera generalizado, la inflación acabaría comiendo todo el incremento salarial.
Por lo que, a pesar del incremento salarial, los trabajadores, en última instancia podrían verse perjudicados o al menos no beneficiados en términos netos.
Pero no todas las subidas del SMI afectan negativamente al trabajador, en el caso en el que el empleado perciba un salario menor al de su productividad marginal, el incremento por ley del salario mínimo será beneficioso tanto para él como para el resto de la sociedad.
Este escenario suele ocurrir en mercados laborales no competitivos, los denominados mercados monopsonistas.
Un mercado monopsonista es aquel en el que hay un solo comprador o entidad que domina la demanda de un bien o servicio, en este caso, solo hay un comprador de la fuerza de trabajo.
Empresas expuestas a mercados globales como podrían ser las empresas automovilistas son el perfecto ejemplo de empresas que trabajan en mercados muy competitivos, mientras que, una empresa que solo trabaje en un área rural donde solo ella puede dar un servicio en concreto, estará expuesta a un mercado poco competitivo o monopsonístico. Es en estas últimas empresas es donde el empresario sí que podría manipular el salario de los trabajadores y pagar cuantías muy inferiores a lo que debería. En este escenario, la subida del salario mínimo sería positiva y no negativa, siempre y cuando no se incremente el salario por encima de la productividad marginal del trabajador ya que entraríamos en el caso que hemos explicado anteriormente.
La complejidad radica en discernir qué mercados son competitivos y cuáles no, ya que en los mercados competitivos los incrementos salariales serán perjudiciales mientras que en los mercados monopsonistas generalmente serán beneficiosos.
Todo lo anterior es lo que nos enseña la teoría económica, por lo que un incremento del SMI no tiene por qué ser perjudicial para los trabajadores ni, en su conjunto, para la sociedad. Debemos de medir las consecuencias de forma empírica para dilucidar si estamos en escenarios donde los trabajadores cobran más o menos de lo que deberían.
Lo más sensato, como hemos explicado anteriormente, sería estudiar cada incremento detenidamente antes de dar el siguiente paso. Desafortunadamente, la mayoría de políticos adoptan estas medidas por ideología, sin una consideración adecuada de las consecuencias. Y lo que debería ser beneficioso para los ciudadanos más vulnerables, acaba siendo perjudicial.
Veamos ahora, si esto es lo que ha ocurrido en España.
En el año 2019, se incrementó el salario mínimo interprofesional un 22.3% e impactó a 2.5 millones de personas. De dicha subida, solo tenemos 3 estudios que han analizado las consecuencias:
Banco de España: Estima que un impacto de la subida del SMI en la pérdida de empleo de entre 2 y 3 puntos porcentuales y reducciones de jornada en el sector de la hostelería de un 4%. Además no indica que el efecto de subir el salario mínimo sobre la masa salarial es nulo, ya que algunas personas ganarían más dinero, pero a cambio de que otras pierdan su trabajo.
Informe ISEAK: El incremento del SMI tuvo un efecto en la pérdida de empleo de un 1.92% en noviembre de 2019 y, al igual que en el informe del banco de España, hubo un ligero ajuste a la baja de horas trabajadas debido a las reducciones de jornada.
Universidad de Alcalá: En el estudio se explica como la reforma aumentó la probabilidad de perder el trabajo en un rango de 0.38 puntos porcentuales (7.8%) a 0.44 puntos porcentuales (9.2%) para los trabajadores por debajo del nuevo salario mínimo.
Del resto de incrementos del SMI todavía no hay ningún otro estudio disponible por lo que no podemos valorar si dichas subidas fueron buenas o malas para la población. Lo que es evidente es que la decisión de subir el SMI en 2019 fue perjudicial para los más desfavorecidos y queda claro que las siguientes subidas y esta última de 2024 solo tienen una motivación electoral e ideológica.
Todo esto no es para argumentar que no hay forma de aumentar los salarios a los más necesitados. Es simplemente para señalar que el aparentemente fácil método de aumentarlos por orden del gobierno es el camino equivocado en la mayoría de las ocasiones.
La mejor manera de aumentar los salarios es aumentando la productividad laboral. Esto puede hacerse por muchos métodos: por una mayor acumulación de capital, es decir, mediante un aumento de las máquinas que ayudan al trabajador en su tarea; por nuevos inventos y mejoras técnicas; por una dirección más eficaz por parte de los empresarios; por mayor aplicación y eficiencia por parte de los empleados; por una mejor formación profesional etc... Cuanto más produce el individuo, más aumenta la riqueza de toda la comunidad. Cuanto más produce, mas valen sus servicios para los consumidores, y, por tanto, para los empleadores. Y cuanto más valga para los empleadores más se les pagará. Los salarios reales provienen de la producción y no de los decretos del gobierno.
Nuestros hombres están bien pagados. Su lealtad se basa en esto. - El padrino. Parte II